Día de todos los santos

31.10.2021
La Iglesia católica celebra la solemnidad de Todos los Santos el 1 de noviembre. Esta fiesta fue instituida en honor a todos y cada una de las personas que han seguido el camino cristiano y anunciado su mensaje, ya sean conocidos o desconocidos. Esta celebración tuvo sus orígenes en el siglo IV debido a la gran cantidad de mártires de la iglesia. Más adelante el 13 de mayo del año 610 el Papa Bonifacio IV dedicó el Panteón romano al culto cristiano. Es así que se les empieza a festejar en esta fecha. Los santos "canonizados" oficialmente por la Iglesia Católica son muchos, ellxs se han vuelto modelo de vida cristiana para todos aquellos que seguimos el camino de Cristo, pero existe una inmensa cantidad de santos que no han sido reconocidos ni canonizados, aun así, han alcanzo el ideal evangélico. Entre ellos existen muchas mujeres y hombres que han dado su vida por el anuncio del Reino, que han buscado hacer presente este anuncio, luchando con Justicia, viviendo con dignidad para defender la de otrxs, reclamando igualdad de derechos para todas las personas, acompañando hombro a hombro a todos los rostros vulnerables que se les presentan en su caminar.

Actualmente vemos que la santidad cristiana ha perdido sentido ya que se ha ido deshumanizándo, creyendo que está completamente fuera de nuestro alcance. Sin embargo, es importante recordar que Jesús se encarnó no solo para enseñarnos a ser santxs, sino para enseñarnos a ser humanos, pues al hacerse hombre nos mostró que el camino de salvación: es la humanidad y que cuando somos verdaderamente humanxs dejamos que la divinidad se haga cuerpo en cada uno de nosotrxs. En este día buscamos recordar que a lo largo de la historia han existido tantas mujeres y hombres que, si bien han sido canonizadas y reconocidas, se han quedado en el olvido. También reconocer la labor de los "santxs desconocidxs" que arriesgaron su vida por la justicia y la libertad de forma anónima, mediante esta celebración. 

En la actualidad siguen existiendo personas que anuncian y viven el Reino, arriesgan su vida por esta causa, están cercanas, pero a las cuáles difícilmente volteamos a ver ya que hemos reducido la visión a reconocer la santidad solamente en el pietismo y en los altares, fijando ahí nuestra mirada, lo cual nos lleva a evadir nuestra realidad y a no comprometernos con el Evangelio. Como comunidad cristiana nos cuesta reconocer la santidad en aquellas personas que son crucificadas cada día y mucho más en aquellas que redimen su muerte cotidiana como las madres de los desaparecidxs, aquellas familias que han perdido madres, hijas, hermanas, tías, sobrinas, etc, a causa de los feminicidios, en aquellas mujeres que han sufrido abuso y golpes, en las madres que enfrentan la pobreza y renuncian a sí mismas para sostener a su familia, aquellxs que trabajan de sol a sol por un sueldo miserable, en todas estás situaciones hay signos de santidad ya que a pesar de esto nos enseñan como resucitar, viven con esperanza y sostienen su fe.

Esta celebración es una invitación a resignificar la santidad; a creer que es posible, que ser santo consiste en vivir, en confiar que la santidad va más allá de moralismos deshumanizantes que están fuera de nuestro contexto y de nuestra realidad histórica. La santidad parte de la cotidianidad, se logra en comunidad a través de gestos sororales y fraternales, cuando somos capaces de reconocer que para ser santo necesito de los otrxs, donde nos encontramos frente a frente con la humanidad, con la diferencia para incluirla, cuando somos auténticos y libres, cuando enfrentamos la muerte para llegar a la resurrección, cuando logramos ver la trascendencia en la misma humanidad.