¡Feliz cumpleaños María de Nazaret!

08.09.2021


Autora: Dania Alejandra Velázquez Cano, Misionera Cordimariana; comunicóloga y teóloga mexicana con interés en las teologías indígena, feminista y ecofeminista

Hoy, acá en la Iglesia, celebramos tu vida María. Nos llenamos de alegría por tu existencia y tu ser, por la mujer que fuiste y eres, por las enseñanzas de tu vida y por tu compañía ahora desde la eternidad de Dios, por ello más cercana.

Sabes María, celebrar la vida siempre me alegra y dispone al agradecimiento. Creo que, el hacer memoria del nacimiento nos ayuda a reconocer el origen y lo heredado; también dispone a la continua construcción y transformación que da rostro, existencia, presencia y futuro. Por eso son importantes, para mí, los cumpleaños de vida; no se diga cuándo aprecio especialmente a esa persona, cuando es importante para mi historia, así como tú lo eres, María. ¡Qué fiesta arma el Corazón!

Te escribo en este día que, aunque no estemos seguras de que es tu onomástico, nos hemos puesto de acuerdo en hacer memoria de tu vida. Conforme ha pasado el tiempo te he conocido un poco más, percibiéndote en mi vida como madre, acompañante, maestra y hermana-amiga. Es por ello que mi corazón se alegra contigo, por tu existencia y cómo decidiste vivirla. Esa es la razón de estas letras.

Comenzando por tu nombre, me encantas: María-Miriam como la "profetisa de la liberación" la hermana de Moisés, y no se diga tu sobrenombre: "la llena de Gracia". Qué bien te quedó. Ciertamente Dios conocía, conoce tu corazón. Él sabía que tenías la capacidad de reconocerle en tu vida, seguramente estabas atenta a su voz en tu vida sencilla y ordinaria, y le invocabas constantemente en tus deberes cotidianos y en los anhelos más profundos. Nos lo dejaste ver con esa proclamación sálmica que llamamos "Magníficat": "Proclama mi alma la grandeza de Dios... creías en sus promesas en tu vida y en la del pueblo. Qué grande es tu fe Mujer, por ella doy gracias.

Me entusiasma saber más de ti, una jovencita creciendo en una aldea llamada Nazaret, como tantas mujeres de tu tiempo, haciendo historia en lo pequeño y lo sencillo, aunque para muchos pasaran desapercibidas, para quienes les rodeaban seguramente dejaron huella. ¡Cómo no!, si supiste reconocer la acción de Dios en tu vida. Al reconocerte misterio del amor de Dios fuiste capaz de dar un paso más en esta invitación a ser partícipe del plan de YHWH y eso es digno de no olvidarlo jamás.

Me gustaría saber cómo está tu corazón henchido en Dios, al ver que, hoy eres luz para muchas mujeres que como tú han vivido el dolor, pero también han escuchado el llamado a ser profetas de su tiempo, discípulas portadoras de alegría, aún a costa de arriesgar su vida, porque se dejan impulsar por la Ruah de Dios y en Ella encuentran fuerza y confianza a seguir o crear caminos de vida, justicia y amor. Cuanto más te conocen, así como tú eres, quitando tantas máscaras y vestuarios que te han impuesto, más se identifican contigo, más se liberan, y son capaces de reconocer ese impulso de la Divinidad en ellas. Lo digo porque yo también, lo sabes, lo estoy experimentando.

Conocerte cada vez un poco más e ir descubriendo los dones y valores con los que Dios te creó, me anima porque voy reconociendo lo propio, y contigo "me alegro en mi Creador" ya que descubrí también esa mirada de Dios puesta en mí. También, junto a ti María, joven judía, reconozco a tantas mujeres bienaventuradas que reconocen las maravillas que en ellas se gestan y las disponen a la vida. Así como la Trinidad Divina puso su mirada amorosa en ti y en ti confió, así lo hace en cada una de sus hijas e hijos.

Gracias porque acompañaste y formaste a Jesús y más tarde, te dejaste guiar y le seguiste como a la que "cubrió con Su Sombra" hasta el fin de tus días. Te abrazo con mucha gratitud y alegría por esta vida que celebramos en ti y a través de ti mujer, escuchante de Dios, profeta, portadora de alegría, madre del judío marginal, evangelizadora, seguidora y discípula del Ungido, Jesús.

Mi regalo para ti este año es una promesa sororal, un compromiso de quien quiere escuchar, cuestionar, discernir y arriesgarse hasta reconocer la vida plena por la que vale toda entrega. La promesa de salir al encuentro y reconocer en otras esta presencia tuya que nos ayuda validarnos por nosotras mismas y a seguir manifestando como tú, la Ruah de Dios.

¡Feliz Cumpleaños María!