Nuestra Rabia es el Hilo con el que Dios Remienda el Mundo

25.11.2025
Cátedra de teología feminista


Hoy, 25 de noviembre, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, iniciamos un periodo de 16 días de activismo desde la Cátedra de teología feminista “Carmen Montull Vallés”. Esta campaña, que culmina el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, nos convoca a un profundo tránsito espiritual y político: el viaje que va del silencio impuesto al grito liberador, y del miedo a la Digna Rabia, una fuerza que nos lleva a una "vida tejida en justicia".


Las mujeres hemos sido tejedoras de vida en medio del dolor. Sin embargo, históricamente, muchos de esos tejidos han nacido del silencio impuesto, el mismo que sostiene las violencias, las injusticias y los abusos en nuestros cuerpos y comunidades, hemos remendado nuestras historias con el hilo de la digna rabia que nos moviliza. Nuestra tarea inicial es clara: Nombrar el silencio que las religiones, la cultura y la sociedad han dictado, porque "el silencio también mata". En este primer día, al Nombrar la violencia, afirmamos que "el silencio no es neutral: protege al agresor y desfigura el rostro de Dios".


I. La Violencia como Pecado contra las mujeres-imagen de Dios
La teología feminista se niega a la abstracción. Su método se ancla en la prioridad epistemológica de la praxis, donde la reflexión teológica debe comenzar en la experiencia de lucha y sufrimiento de las y los oprimidos (Tamez, 1989). Desde este lugar teológico, el feminicidio y la violencia contra las mujeres desencadenan una profunda crisis, obligando a la fe a señalar que la falla no está en Dios, sino en el pecado estructural de la humanidad. Como establece Elsa Tamez (1989), la opresión y la violencia no son meros problemas sociales, sino pecados estructurales que destruyen la vida y distorsionan la imagen de Dios.


La violencia contra las mujeres es, en esencia, una afrenta directa y fundamental contra la Imago Dei (Imagen de Dios). La biblista Phyllis Trible (1978) demuestra que la plenitud de la imagen de Dios reside en la co-esencialidad y la mutualidad relacional, negando toda superioridad jerárquica.
Por consiguiente, la violencia es un ataque teológico-ontológico, un acto inherentemente iconoclasta (destrucción de una imagen sagrada). Busca reducir a la mujer de Sujeto Creado con dignidad inalienable a Objeto instrumentalizado. En este contexto, Rosemary Radford Ruether (1983) sistematiza la crítica al afirmar que el patriarcado es una idolatría: la adoración de un dios falso que legitima la opresión. Combatir la violencia es, por tanto, un acto de purificación teológica.


Esta violencia tiene incluso una dimensión cósmica. La teóloga ecofeminista Ivone Gebara (1999) introduce el concepto de pecado ecológico-teológico: la dominación patriarcal aplica una lógica extractiva y explotadora similar sobre el cuerpo de las mujeres y sobre la Tierra, destruyendo el cuerpo como manifestación divina.


II. La Teología de la Rabia: El Hilo Reparador
La fe no solo debe lamentarse (una teología que tiene su lenguaje en Lamentaciones), sino proveer la energía para la resistencia, validando la rabia como vehículo de justicia. Es la energía que nos impulsa del silencio a la segunda etapa, "El grito que rompe", un clamor que es también oración.
La lucha por mantenerse con vida es en sí misma un acto de resistencia teológica, una Teología de la Supervivencia. Al alzar la voz, las mujeres realizan una hermenéutica de la resurrección, afirmando la vida contra la muerte impuesta por el sistema (Kwok Pui-lan, 2005). El grito en las calles es un acto profético público.


Es en la tercera etapa, "La rabia que teje vida" , donde reivindicamos la Digna Rabia como un poder ético. Carter Heyward (1989) la define como una ira justificada y ética, que es la afirmación de valor y la voluntad de vivir del sujeto que se niega a ser aniquilado. Al sentir y expresar esta rabia, la mujer declara: "Soy Sujeto. Valgo. Existo a imagen de Dios".


Esta rabia sagrada no es destructiva, sino reparadora, pues se opone al caos impuesto por el pecado. Se alinea con el propósito final de Dios y el celo ético de la Ira de Dios, que se enciende porque "no había justicia" (Isaías 59:15-16).


III. Conversión Radical y el Remiendo del Mundo
La violencia contra las mujeres es una blasfemia existencial contra el Creador. Nuestra respuesta exige una conversión teológica radical que adopte una lectura crítica y liberadora de la Escritura, valide la co-esencialidad de la imagen de Dios y denuncie la idolatría patriarcal.


La Digna Rabia es la fuerza que se opone al caos. El movimiento de mujeres que exige justicia es la manifestación más visible de la esperanza teológica en nuestro tiempo. Ellas son las que remiendan el tejido cósmico roto por la violencia.
Por ello, concluimos que "Nuestra rabia es el hilo con el que Dios remienda el mundo". Solo a través de esta acción radical y sostenida podremos garantizar que la Imagen de Dios en cada mujer sea venerada, protegida y plenamente realizada.


Referencias
Dube, M. W. (2000). Postcolonial Feminist Interpretation of the Bible. Chalice Press.
Gebara, I. (1999). Intuiciones Ecofeministas: Ensayo hacia una Visión Holística de la Realidad. Trotta.
Gómez Álvarez Icaza, M. (2025). La Violencia Contra las Mujeres es Contra la Imagen de Dios: Una Hermenéutica Radical de la Justicia Divina desde la Teología Feminista (Cátedra de teología feminista “Carmen Montull Vallés”). Ibero.
Heyward, C. (1989). Touching Our Struggle: The Justification of Faith and the Social Question. HarperCollins.
Kwok Pui-lan. (2005). Postcolonial Imagination and Feminist Theology. Westminster John Knox Press.
Ruether, R. R. (1983). Sexism and God-Talk: Toward a Feminist Theology. Beacon Press.
Tamez, E. (1989). La hora de la mujer: La opresión es pecado, la liberación es gracia. DEI.
Trible, P. (1978). God and the Rhetoric of Sexuality. Fortress Pres
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