Las mujeres y el día del libro y del derecho de autor (a).

23.04.2022
Hilda Monraz


Desde 1995, la ONU-UNESCO marcó el 23 de abril como día mundial del libro y del derecho de autor. Los objetivos, oficialmente, fueron el fomento de la lectura y la protección de la propiedad intelectual. Es -más o menos- la misma fecha de los óbitos de tres clásicos de la literatura: William Shakespeare, Inca Garcilaso de la Vega y Miguel de Cervantes. En los discursos más divulgados hablan de que el libro es una herramienta para conocer al mundo, e incluso para conocernos a nosotras mismas. ¿Qué lugar ocupan los libros en las vidas de las mujeres?

Muchas de nosotras pudimos tener libros desde la infancia. Tuvimos el privilegio de alguna biblioteca familiar, del ejemplo materno y/o paterno de la lectura, e incluso de una educación basada en libros clásicos. Disfrutamos la fortuna de escribir libremente, en varios espacios. Lamentablemente no siempre es así, y tampoco ha sido así en la historia de la humanidad para las mujeres. La generalidad ha sido que ellas no han recibido ni la misma educación ni las mismas oportunidades que los hombres. Desde tiempos antiguos, han sido vistas como aparatos reproductores y apenas compañeras en algunos momentos. Raramente como creadoras o como partícipes de asuntos públicos y políticos. 
Sin embargo, las mujeres siempre han sido parte importante de la historia del conocimiento y específicamente de los libros. Aunque no se les haya reconocido, han existido desde muchos siglos atrás, mujeres que investigaron, escribieron y publicaron sus conocimientos. Desde Hipatia de Alejandría, gran filósofa, matemática, y astrónoma que hizo grandes descubrimientos científicos, hasta Juana Inés, la gran escritora y poeta novohispana que debatió públicamente con otros y defendió el derecho a la educación para sus congéneres. Pasando por místicas y sabias cuyos legados siguen vigentes, como Hildegarda de Bingen o Teresa de Ávila: ambas ya distinguidas como doctoras de la Iglesia Católica. 
Entonces, la pregunta con la que inicié este texto puede ser tramposa. No es el lugar de los libros en las mujeres, o no es sólo eso, sino que tal vez deberíamos preguntarnos ¿qué papel tienen las mujeres en la escritura, edición y publicación de los libros? Aludo a las reflexiones que hizo Linda Nochlin sobre por qué no han reconocido “grandes artistas” mujeres en la historia del arte. No es que no haya habido una “Miguel Ángel” mujer, sino que las condiciones sociales, culturales y sobre todo de género han sido determinantes para que ellas no puedan tener las mismas oportunidades en vida ni los mismos reconocimientos después de muerte, para sus obras. Lo mismo en términos de literatura e incluso de publicación y protección de sus derechos como autoras. ¿Cuántas mujeres han escrito, a lo largo de los siglos, sin ser conocidas o publicadas? O incluso ¿Cuántas mujeres han sido sistemáticamente invisibilizadas, aún teniendo grandes conocimientos, por no saber leer y escribir? Eso nos llevaría a investigaciones exhaustivas, pero necesarias. 
Los libros no son -por supuesto- la única ni la más grande forma de conocer. Pueden verse como herramientas, ventanas, puertas, o cualquier otra forma alegórica de aludir al conocimiento, a la introspección e incluso a la aventura. En la historia de los libros faltan muchos nombres de mujeres. Virginia Woolf dejó claro que todas debemos tener un cuarto propio para escribir, pero hay quienes dicen que mejor sería una casa entera. En Latinoamérica, algunas autoras como Gloria Anzaldúa mencionan que escribamos en la cocina, en el baño, haciendo filas en las instituciones públicas, donde podamos, cuando no podamos hacer nada más que escribir. Diferentes contextos, diferentes formas de ser mujer, de escribir y de encarnar las desigualdades sociales. Todas pueden converger en algunas coincidencias: se deben reconocer las aportaciones de las mujeres en los libros, se deben dar los créditos correspondientes y aceptar que los derechos de autor no siempre son justos para las mujeres. Así, cuestionemos también el día del libro con otra fecha: la de Sor Juana para las latinoamericanas, o de escritoras más recientes como Rosario Castellanos. Las mujeres también escribimos libros, pero falta todavía un buen tramo en el campo de las oportunidades y de los merecidos reconocimientos.