LA MUERTE DE JESÚS SIGNO DE TRANSFORMACIÓN
En torno a la conmemoración del día de hoy, en el que recordamos la muerte de Jesús en la Cruz es importante reflexionar en las causas que lo llevaron a ella, pues esta fue solo la consecuencia de cuestionar una estructura de poder, patriarcal, opresiva y dominante, que evidenciaba una realidad de muerte y que gritaba por un aliento de vida. Actualmente de manera análoga estamos viviendo un tiempo de muerte en todos los sentidos, en los últimos días hemos visto como han aumentado las cifras de personas desaparecidas, cada día circulan con más frecuencia en las redes y medios de comunicación sus fotografías, sin mencionar otro tipo de realidades que nos gritan la agonía del mundo en el que vivimos.
La sociedad de Jesús era dominada por la ideología patriarcal, la cuál es una ideología de muerte, que aún sigue siendo vigente y muy contraria al mensaje cristiano, la muerte de Jesús fue causada por incomodar a las autoridades sociales y religiosas, por cuestionar la falta de humanidad, pero sobre todo, por denunciar una ideología llena de injusticia, dolor, desigualdad que solo beneficiaba a unos cuantos y que estaba justificada en discursos religiosos muy bien aprendidos y asumidos, quizá al morir Jesús, creyeron confirmar y reafirmar sus justificaciones.
Sin embargo, el mensaje de Jesús tenía una experiencia profunda y personal que resonaba en la vida de las personas que lograron percibir la autenticidad y ejemplaridad de su vida plasmada en sus palabras, acciones y la transparencia de una profunda experiencia de Dixs que le otorgó libertad frente al poder restrictivo que usó la fuerza para desviarlo del camino. Es importante reconocer que el mensaje del Evangelio de Jesús era confrontante y crítico, pues es un mensaje de resistencia y esperanza.
Por lo tanto, el proyecto de Jesús Buscaba la renovación de Israel que implicaba abrirse a la fraternidad-sororidad, superar las relaciones de poder y cambiar la sociedad. Aunque esto implicara la muerte, pues la cruz de Jesús es la reacción del poder (el romano y el judío subordinado), que se vio amenazado ya que él no tenía una autoridad legal, no había nada que acreditara sus conocimientos, tampoco gozaba de una autoridad tradicional, la que podría conferirle el ser de una casa prestigiosa o pertenecer a un linaje al que se atribuye autoridad hereditaria.
Podemos decir que Jesús, su mensaje y proyecto era contracultural e implicaba un cambio radical de los valores, cambiar la estructura social, la situación de pobreza, de marginación, de deshonor para convertirla en alternativas que mejoren la vida de las personas, una vida con transparencia, fraterna-sorora, incluyente, servicial y participativa, donde no caben distinciones. Es tiempo de reconocer que la muerte de Jesús fue un hecho injusto e inhumano que, si bien ha sido signo de valentía, entrega, dignidad y libertad, no podemos seguir diciendo que Jesús murió por amor, por qué el amor no mata, el amor cristiano da poder y fuerza para evitar otras muertes, para buscar Justicia, paz y libertad, para volvernos subersivxs frente a estas muertes cotidianas.
Para las personas cristianas, la muerte es un elemento esencial, pues el rostro humano de la divinidad: Jesús, muere para darnos vida, esta es una de las grandes paradojas que nos encontramos en el evangelio, sin muerte no hay vida. Para el cristianismo la muerte física de Jesús es el medio de salvación, el cuerpo es elemento redentor que transforma la muerte en vida.
Lxs cristianxs tenemos que contribuir a la construcción de un mundo más justo que se centra en la necesidad de deconstruir para reconstruir y mejorar, asegurándonos de que la liberación de las personas es también una vivencia de los derechos humanos y que estos sean la base para los esfuerzos de crear igualdad de oportunidades para todos, abordar los fracasos para hacer frente a las muertes cotidianas, desigualdades, exclusión y la discriminación arraigadas, sistemáticas e intergeneracionales.