Esperar con rabia, velar con dignidad 

30.11.2025

Domingo de Adviento 

El Adviento constituye, en la tradición cristiana, un tiempo de espera orientado a la irrupción de lo nuevo. No obstante, dicha espera no puede comprenderse como pasividad devocional ni como suspensión acrítica de la conciencia histórica. La exhortación evangélica a "velar" y "mantenerse despiertos" remite, más bien, a una disposición ética y espiritual caracterizada por la lucidez frente a la realidad social y por la resistencia ante aquello que compromete la dignidad humana. En la perspectiva feminista, esta vigilancia implica reconocer las múltiples formas en que la violencia, la injusticia y la opresión atraviesan la vida de las mujeres, interpelando profundamente la comprensión teológica de la espera mesiánica.

Desde los aportes de la teología feminista latinoamericana, la espera cristiana no puede desligarse del análisis crítico de las condiciones concretas de vida. La espiritualidad no se sostiene sobre el silencio obligado ni sobre la obediencia que perpetúa estructuras de daño, sino sobre la conciencia despierta que identifica mecanismos de opresión y se rehúsa a sacralizarlos. La espera, así concebida, requiere una actitud activa, dotada de discernimiento histórico y sensibilidad ética (Aquino, 2001).

En este marco conceptual, la campaña "La rabia es el hilo con el que Dios remienda el mundo" introduce un elemento fundamental para la espiritualidad del Adviento, la legitimidad teológica de la rabia. Comprendida no como descontrol emocional, sino como respuesta ética ante la injusticia, la rabia adquiere un carácter revelador. Desde la hermenéutica feminista, esta emoción se interpreta como un indicador de la fractura entre la dignidad y las condiciones que la niegan. En este sentido, la rabia posee un potencial epistémico, en cuanto permite nombrar lo que suele permanecer oculto, denunciar lo que se ha normalizado y abrir espacio para imaginar alternativas de vida (Támez, 1989).

A la luz de esta reflexión, el gesto simbólico de encender la primera vela de Adviento puede considerarse un acto interpretativo: no ilumina la resignación, sino la indignación transformadora. La luz representa un Dios que no legitima silencios, sino que escucha los clamores sofocados; un Dios que no se alinea con las estructuras imperiales, sino que elige nacer en los márgenes históricos, corporizados en el cuerpo de una mujer y en la fragilidad que desafía la lógica del poder. Este desplazamiento hermenéutico reorienta la comprensión del acontecimiento mesiánico hacia los sujetos históricamente vulnerados (Schüssler, 1983).

Desde esta perspectiva, la espiritualidad del Adviento se articula como una praxis crítica. Esperar implica discernir; velar implica no colaborar con las dinámicas que producen sufrimiento; anhelar la vida nueva implica reclamarla activamente. El Adviento inaugurado desde la experiencia femenina no es un intervalo de quietud, sino un horizonte ético que exige transformar la rabia en vigilancia, la memoria herida en resistencia y el deseo de justicia en praxis histórica (Johnson, 1992).

Así, este Primer Domingo de Adviento invita a afirmar que la transformación del mundo (en clave evangélica y feminista) surge también desde la rabia que se convierte en luz, desde la dignidad que despierta y desde la palabra de las mujeres que rehúsan volver al silencio. El anuncio mesiánico se interpreta entonces como la irrupción de nuevas posibilidades de vida articuladas desde abajo, allí donde la violencia ha tratado de instalar su dominio. El Adviento, en consecuencia, se revela como un tiempo propicio para reimaginar la esperanza en clave de justicia y para reconocer que la vida nueva emerge precisamente cuando las mujeres recuperan su voz y reconfiguran el horizonte comunitario.

Oración

Ruah que reanimas la vida,

en este Adviento despiértanos.

Que nuestra espera sea claridad,

que nuestra rabia justa sea hilo de sanación,

y que nuestra dignidad sea camino de luz.

Sabiduría que te revelas en lo pequeño,

enséñanos a velar sin miedo

y a esperar sin callar,

hasta que lo roto encuentre justicia

y la vida vuelva a florecer.

Amén.

REFERENCIAS

Aquino, M. P. (2001). Teología feminista latinoamericana. Paulinas.

Johnson, E. (1992). She Who Is. Crossroad.

Schüssler Fiorenza, E. (1983). In Memory of Her: A Feminist Theological Reconstruction of Christian Origins. Crossroad.

Támez, E. (1989). Contra toda condena. DEI.