DÍA DE JUANA INÉS DE ASBAJE Y RAMÍREZ DE SANTILLANA- SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ

12.11.2021
Inés M. Michel

Hace casi cuatro siglos, el 12 de noviembre de 1648, nació Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana. Con exactitud, 373 años nos separan de ese momento, y Juana Inés, quien pasó a la historia como Sor Juana Inés de la Cruz, sigue entre nosotras a través de su obra, palabras e ideas.
Mi padre y mi madre me nombraron como ella, Inés, sentando así un precedente que marcó mi vida. Al igual que Sor Juana, muy pronto aprendí a leer y a escribir, y también tuve a mi alcance una amplia biblioteca que fue creciendo mientras yo lo hacía. En el caso de Juana Inés, ella estuvo rodeada de los libros que pertenecían a la colección de su abuelo materno, Pedro Ramírez de Santillana.

Cuando supe de Sor Juana y de las peculiaridades de su vida, narradas por mi mamá, me sentí fascinada por su gran inteligencia y por su apego a leer y cultivarse. Se cuenta que ella se castigaba a sí misma, cortándose mechones de cabello, cuando no lograba aprender algo que se había propuesto. También es conocida su precoz decisión de acudir a la universidad, en una época en que las mujeres no podían hacerlo, ante lo que replicaba a su madre que la vistiera de hombre para poder asistir.
Hasta el día de hoy, su rebeldía, tenacidad y rigurosidad para estudiar me parecen admirables y maravillosas. Me he podido adentrar en su obra y he caído rendida ante ella, la cual logra siempre conmoverme y sorprenderme. Si tuviera que citar solo uno de sus escritos, definitivamente elegiría la increíble Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, una carta que redactó en 1691 para contestar al llamado de atención del obispo Fernández de Santa Cruz, quien intentó adoctrinarla diciéndole que las mujeres no debían acercarse al conocimiento filosófico.

De ahí, proviene una frase tan genial que desde que la leí ha permanecido dando vueltas en mi mente: Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito. Con esta afirmación Sor Juana zanja una cuestión que para algunas personas todavía es motivo de discusión, las dos fronteras aparentemente opuestas o irreconciliables que representan, por un lado, el mundo intelectual y, por el otro, las labores domésticas más cotidianas. Pareciera, y así lo viví yo misma por mucho tiempo, que dedicarse a una de estas actividades, hace que la otra se aleje, y con esta falsa premisa se han generado divisiones innecesarias no solo entre hombres y mujeres, sino también entre las mismas mujeres.

Leer esta lúcida conclusión de Sor Juana Inés, abrió un mundo de posibilidades para mí, que, hasta ese momento, me había asumido como una mujer completamente ajena a las cuestiones domésticas y a la cocina. Poder pensar y sobre todo pensar distinto, fue algo que se me posibilitó gracias a la lectura, no solo de esta magnífica escritora, sino de múltiples autoras y autores. Sin embargo, la vida y obra de Juana Inés han resultado sumamente significativas en mi biografía. Como muestra de esto, en una ocasión comencé una redacción que emulaba la fórmula de la carta a Sor Filotea, para responder a una maestra con la que tuve conflictos en la universidad. Nunca llegué a terminar esta misiva, pero en aquel momento estuve enfrascada en desmenuzar cada párrafo de Sor Juana y en analizar los puntos en común que empecé a encontrar con ella y que me motivaron a seguir escribiendo y defendiendo mis ideas.

Finalmente, me gustaría compartir algo que recientemente he podido discutir en algunos círculos de estudio, se trata de la idea de Juana Inés como una pionera feminista, un tema que resulta controversial, y que en palabras de la antropóloga Melissa Fernández Chagoya, responde a nuestra propia incapacidad de reconocernos y nombrarnos de este lado del mundo como pioneras. Melissa afirma que si podemos llamar sin mucho pensárnoslo a mujeres como Olympe de Gouges (1748 – 1793) o Mary Wollstonecraft (1759 – 1797), las primeras feministas, por sus obras Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana (1791), y Vindicación de los derechos de la mujer (1792), que corresponden a una y otra autora, respectivamente, por qué no otorgarle el mismo título a Sor Juana en esta latitud, por textos como Hombres necios o por el ya citado Respuesta a Sor Filotea, donde defiende el derecho de las mujeres a la educación y enlista numerosos ejemplos históricos de mujeres doctas.

Por supuesto que el feminismo (como término) apareció después, pero acaso, ¿no son estas ideas feministas? Que las niñas y jóvenes puedan educarse, no estar supeditadas a un hombre o poder dedicarse a otras tareas que no sean solamente las del hogar. Quizá debamos empezar a reivindicar como feminista a Sor Juana, quien se adelantó un siglo a las ideas que surgieron en Europa de la mano de filósofas y escritoras francesas.
Es claro que el legado de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana permanece, y que su vasta obra es vigente y pertinente. Sigamos leyéndola y fascinándonos con su vida. Más que una (décima) musa, ella fue una creadora y una pensadora en toda la extensión de la palabra.